LA PROTECCIÓN Y CONSERVACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS MARINOS

Día Mundial de los océanos

Víctor Díaz-del-Río Español y Juan A. Camiñas Hernández

Academia Malagueña de Ciencias

Como cada año, desde que en el 2009 la ONU decidió establecer el día 8 de junio como fecha para la celebración del Día Mundial de los Océanos, nos encontramos de nuevo frente a un nuevo escenario en el que conviene recordar la importancia que tienen los océanos para la supervivencia de la vida en el Planeta. No son menores los riesgos y peligros que acechan a los océanos y a la vida marina que, en gran medida, son consecuencia del mal uso que el ser humano está haciendo del medio natural y sus recursos. Los problemas del océano no se generan únicamente en el propio medio marino sino que derivan, en gran medida, del deterioro del medio ambiente continental y atmosférico. No vamos a mencionar aquí todos los problemas que están experimentando los océanos, pero sí mencionaremos como muestra de ello, el preocupante incremento de la temperatura media del agua marina que se está registrando en las observaciones científicas diarias y que muestran una desviación media de 1.5ºC a 2ºC, tanto a nivel local como global. Es por ello que hoy queremos traer a colación algunos aspectos relacionados con el mundo oceánico ante los cuales la sociedad podría permanecer ajena, en la creencia de que, siendo nuestro modo de vida de tipo continental, poco podríamos hacer por la sostenibilidad del océano. No son pocas las personas que siguen preguntándose: ¿qué puedo hacer yo por el océano?” Parafraseando a Frédérique Raoult, Directora de Comunicación y Desarrollo Sostenible (SNCF), hacemos nuestra su inequívoca observación: “la protección del océano comienza en tierra firme”.

El avistamiento de mamíferos marinos desde la costa es una actividad encuadrada en el concepto de «ciencia ciudadana» que también tiene gran éxito.

Afortunadamente y, justo es reconocerlo, gracias al papel que han desempañado las instituciones públicas en el fomento y divulgación de la ciencia mostrando los resultados del trabajo que realizan sus científicos, la sociedad -y al menos una parte importante de jóvenes, ONGs y estudiosos de estos temas-, tiene ya una cierta percepción de los graves problemas a los que se enfrentan y de los complejos procesos que analizan e investigan, que incluyen nuestras actividades en tierra, los océanos y la atmósfera, y que son cruciales para garantizar la salud de la población, los servicios ecosistémicos y la sostenibilidad de la vida en el Planeta.

Para ahondar en esta línea de sensibilización de la población hacia la ciencia, se han desarrollado varias iniciativas que buscan integrar a los ciudadanos en los proyectos de investigación, particularmente aquellos que necesitan amplias redes de observación del océano, como es el caso de la red de alerta por invasiones de medusas o el seguimiento de las aves marinas, avistamiento de mamíferos marinos, la llamada “ciencia ciudadana”, que han alcanzado muy notable éxito de participación. Por otra parte, la valoración que la sociedad hace de los científicos es materia que ya aflora positivamente en diversas encuestas en las que la población se muestra preocupada por los problemas ambientales y de salud, al tiempo que se manifiestan confiados en los científicos que los están estudiando y proponiendo medidas para paliar los daños más graves, o bien proponer soluciones innovadoras. Todo ello debe fortalecer el sistema de ciencia e innovación, pese a que en muchos casos, los gestores de la cosa pública y los responsables políticos hagan oídos sordos a las soluciones o propuestas de los científicos, ya sea por razones cortoplacistas o bien demoscópicas.

Sin lugar a duda son muchos los esfuerzos -coordinados y basados en la cooperación internacional-, que están haciendo los estados, particularmente los ribereños, para estudiar los océanos y comprender mejor el papel que desempeñan en el desarrollo de la vida y, fundamentalmente, en el sistema climático mundial. No hemos de olvidar que el objetivo de sostenibilidad fundamental es alcanzar el nivel cero de emisiones de CO2 reduciendo el calentamiento atmosférico en 1.50C sobre el nivel preindustrial.  Pero no es menos cierto que dichos esfuerzos no se plasman con la contundencia necesaria en las inversiones tangibles que se realizan en la investigación científica y desarrollo tecnológico de las ciencias oceánicas. Las cifras globales de inversiones son incuestionables: “las ciencias oceánicas apenas representan entre el 0,04% y el 4% del gasto total en investigación y desarrollo a nivel mundial”. Ahí tenemos un reto que cada Estado debe de arrostrar con el fin de encontrar un nuevo compromiso más acorde con el reto que comporta alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible antes del año 2030.

Un elemento que  puede ayudar a entender mejor la razón por la cual es necesario reforzar la investigación científica y tecnológica marina, es desentrañar el papel que desempeñan los océanos en la absorción del CO2 acercando el conocimiento adquirido a la sociedad, esto es, “divulgando”. Las escuelas y centros de enseñanza son magníficas plataformas para difundir ese conocimiento. De no menor importancia es de destacar la necesidad de conservar la diversidad biológica que contienen los mares, océanos y zonas costeras. Dicha diversidad biológica sostiene el funcionamiento de los ecosistemas y proporciona servicios esenciales para el bienestar humano. Es preciso destacar que esa biodiversidad es fundamental para la seguridad alimentaria, la salud humana, el suministro de aire y agua potable, y contribuye a la subsistencia de muchas poblaciones costeras y al desarrollo económico y social de muchas naciones. Sin embargo, y para desgracia de la humanidad, la diversidad biológica se sigue perdiendo.

En este contexto, las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, aprobaron en 2010 en Nagoya (Japón) el Plan Estratégico 2011-2020. Y la Asamblea General de ONU declaró 2011-2020 el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad. El Plan Estratégico de la Convención de Diversidad Biológica y las metas Aichi (el Plan Estratégico se compone de una visión compartida, una misión, objetivos estratégicos y 20 metas, conocidas como las Metas de Aichi) incluyó algunas metas para los océanos y la costa, no muchas pero  importantes:

  1. Para 2020, todas las reservas de peces, invertebrados y plantas acuáticas se gestionan y cultivan de manera sostenible aplicando enfoques basados en los ecosistemas, etc., y los impactos de la pesca en las AMP, especies y ecosistemas, se encuentran dentro de límites ecológicos seguros.
  2. Para 2020, se habrán identificado y priorizado las especies exóticas invasoras y las vías de introducción, y controlado o erradicado las especies prioritarias, y establecido medidas para gestionar las vías de introducción.
  3. Para 2020, al menos el 10 % de las zonas marinas y costeras, especialmente las de importancia para la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas, se conservan por medio de sistemas de áreas protegidas administrados de manera eficaz.

Con el fin de mejorar el flujo de las inversiones y coordinar los esfuerzos que cada estado realiza en esta materia, la ONU ha promovido la celebración del mencionado Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible de 2021 a 2030 con el propósito de establecer un marco común capaz de garantizar que las ciencias oceánicas apoyen plenamente los esfuerzos de los países por alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Destacamos algunos temas clave sobre los que hay que avanzar que no nos resultarán muy ajenos a cuantos vivimos a orillas del Mediterráneo: (1) Gestión y adaptación de las zonas costeras; (2) Planificación espacial del medio marino y economía azul; (3) Establecimiento de áreas marinas protegidas de alto valor ecológico; (4) Gestión de las pesquerías. Ya se deberían haber cumplido la mayor parte de las ilusiones que llevaron a los países y la ONU en Nagoya a declarar ese decenio, pero desafortunadamente no ha sido así.

La gestión de las pesquerías es un elemento fundamental para garantizar la sostenibilidad de los recursos vivos marinos.

La FAO (2020) reconoce que “los avances científicos de los últimos 50 años han permitido mejorar en gran medida los conocimientos acerca del funcionamiento de los ecosistemas acuáticos, así como la conciencia mundial de la necesidad de gestionarlos de forma sostenible. Y que estos esfuerzos se han consolidado y han recibido prioridad con miras a abordar de forma coherente y coordinada, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible) y otros ODS pertinentes para la pesca y la acuicultura”. Pero es evidente que las poblaciones de peces, crustáceos y moluscos explotados siguen estando en situación delicada. El mismo documento FAO sobre el estado mundial de los recursos marinos  señala “El estado de los recursos pesqueros marinos evaluados por la FAO, ha seguido empeorando. La proporción de poblaciones de peces que se encuentran dentro de niveles biológicamente sostenibles disminuyó del 90% en 1974 al 65,8% en 2017, con un 59,6% clasificado como poblaciones de peces explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo y un 6,2% como poblaciones subexplotadas. Las poblaciones de peces explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo disminuyeron entre 1974 y 1989, y luego aumentaron al 59,6% en 2017, lo que refleja en parte una mejor aplicación de las medidas de ordenación. En contraste, el porcentaje de las poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles aumentó del 10% en 1974 al 34,2% en 2017”.

No cabe duda de que a pesar de la buena voluntad mostrada por los estados y las Organizaciones Internacionales de Naciones Unidas para la creación del Decenio sobre la Biodiversidad o la conmemoración del Día Mundial de los Océanos, no se han puesto todos los medios necesarios para revertir las tendencias crecientes de un mal uso de los recursos marinos ni para proteger, restaurar y conservar la biodiversidad marina, para nuestro propio uso y disfrute y el de las generaciones futuras. 

Uno de los principales objetivos es proteger, restaurar y conservar la biodiversidad marina, para nuestro propio uso y disfrute, y el de las generaciones futuras.

Y ¿cómo nos enfrentamos desde las sociedades e instituciones científicas españolas a esta situación? Cierto es que en España se están haciendo importantes avances en las materias y compromisos citados y, de hecho, se han alcanzado algunas metas que hace unos años podrían parecer casi imposibles de lograr y que, sin embargo, se han acometido en un tiempo record. El trabajo que han desarrollado los científicos de cuantas instituciones han participado en los estudios que han permitido alcanzar tales logros, ha sido ingente y muy sacrificado, habiendo demostrado una sólida profesionalidad y una inmensa capacidad de coordinación interinstitucional e internacional. En este asunto podemos encontrar magníficos ejemplos, no solo en ciencias oceánicas y terrestres sino también en las ciencias biosanitarias y en muchas otras disciplinas científicas que se enfrentan a problemas derivados de la escasez de recursos, a su injusto reparto, a las nuevas pandemias o a situaciones de guerra en las fronteras marítimas, etc. Así pues hemos de felicitarnos por los avances científicos que tienen importantes retornos a la sociedad y que se deben a la productividad que generan estas colaboraciones en los equipos interdisciplinares e interinstitucionales, pero no podemos olvidar que para que la sociedad avance hacia un uso sostenible de los recursos naturales y la reducción de los gases de efecto invernadero y de sus efectos sobre el clima del planeta, y para que el bienestar y la igualdad estén más presentes en nuestras sociedades, son necesarios aún grandes esfuerzos en la formación de nuevos expertos, en la mejora de la educación y formación de la sociedad y en la concienciación de los menos ilustrados, insumisos de la ciencia y negacionistas de la realidad en que vivimos.

Pese a todo, hemos de ser más exigentes con nosotros mismos y tratar de encontrar las fórmulas que permitan impulsar los esfuerzos necesarios para alcanzar aquellos objetivos de desarrollo sostenible que más nos atañen, en cada uno de los cinco ejes centrales: PERSONAS, PLANETA, PROSPERIDAD, PAZ Y ALIANZAS. No es materia que solamente competa a políticos y científicos, si bien también convendrá mejorar el flujo de información que facilite la toma de decisiones más acordes con el asesoramiento que la ciencia presta para cuantos asuntos se relacionan con la celebración que queremos resaltar hoy el “Día de los Océanos y su gobernanza”. No son pocos los ejemplos en los que la ciencia recomienda una cosa y los gestores de la cosa pública deciden otra diferente, ante el riesgo evidente de que las medidas que se deban adoptar sean impopulares. En este terreno es muy delicado el papel que desempeña un científico, particularmente si son altos los niveles de incertidumbre de las medidas propuestas. El asunto se agrava cuando se pretende gestionar lo que aún no ha sucedido pero que puede suceder. Ese es el vidrioso espectro de los riesgos naturales (elevación del nivel del mar, tsunamis, erupciones volcánicas, etc.) que, por más que estén descritos, junto a sus graves efectos sobre el territorio, habitantes y bienes materiales, siempre causan asombro e inmensos desastres que en la mayoría de los casos se podrían haber evitado si se hubieran aplicado con rigor los conocimientos científicos.

El aumento de infraestructuras costeras y el incremento de población en el litoral, no son riesgos menores que hemos de tener en cuenta a la hora de planificar medidas que aseguren la sostenibilidad del océano.

Pero hemos de ser conscientes de que la ciencia no lo va a resolver todo. En el océano hay una diversidad notable de actores que intervienen e interactúan con el medio, con los recursos y entre sí. De aquí que la orientación de la ciencia no solamente ha de considerar el efecto del incremento de la población humana y su progresivo desplazamiento a las costas, incrementando así el desarrollo de infraestructuras en el litoral, el incremento del consumismo que genera una ingente cantidad de residuos no degradables que en gran medida acaban en el océano, los efectos del desarrollo de la industria orientada a la exploración y explotación de recursos naturales -vivos y no vivos-, el tráfico marítimo, las infraestructuras portuarias, etc. Desde la perspectiva del uso del océano por múltiples agentes, se convierte éste en un objetivo difícil de gestionar de manera integral. Por ello, es muy importante que en el ámbito regional, nacional, transnacional, se organicen foros que impulsen la toma de medidas vinculantes para las partes firmantes y así intentar garantizar la sostenibilidad del océano. Estos foros deben de conciliar el interés de los diferentes actores y de la sociedad. Pensemos que la situación actual es que no existe una autoridad internacional que gestione la gobernanza del océano global, y que los instrumentos que rigen el orden en este inmenso espacio marítimo están muy fragmentados y repartidos en multitud de organismos con competencias muy variadas. Es más, los efectos de esos instrumentos están limitados a los estados que hayan ratificado su pertenencia a cada organismo en particular, y por desgracia en ocasiones no están presentes los más decisivos.

Para concluir, se nos antoja harto difícil la protección y conservación del océano, de sus ecosistemas y sus recursos naturales, pues se ha de encontrar la manera de compatibilizar esa protección con el resto de actividades, vitales para el desarrollo de las sociedades, pero que deben tener como objetivo el mínimo coste ambiental.

La sostenibilidad y las generaciones futuras son las palabras clave que deben de permanecer en el horizonte de la sociedad y con ella en las ciencias oceánicas, la industria y la política. Deben de marcar las agendas en los años venideros hasta conseguir las metas propuestas para el año 2030, e incluso antes si ello fuera posible. El futuro del planeta depende, en gran medida, de que consigamos disponer de un océano sostenible en un corto plazo de tiempo. Probablemente, si cada uno de nosotros comienza a cuidar del océano desde tierra, podríamos avanzar mucho.

*El Dr. Díaz-del-Río y el Dr. Camiñas son oceanógrafos (J) que han desarrollado su actividad científica en el Instituto Español de Oceanografía.

11 comentarios en “LA PROTECCIÓN Y CONSERVACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS MARINOS

  1. Magnífico artículo que plantea las consecuencias de un problema y analiza sus causas. Por un lado «no es menos cierto que dichos esfuerzos no se plasman con la contundencia necesaria en las inversiones tangibles que se realizan en la investigación científica y desarrollo tecnológico de las ciencias oceánicas». Fundamental. Por el otro, «El futuro del planeta depende, en gran medida, de que consigamos disponer de un océano sostenible en un corto plazo de tiempo,» lo cual no es fácil sin las inversiones adecuadas y la concienciación de los Estados ribereños y de los propios ciudadanos, a los que hay que hacer ver que una playa es algo más que un lugar de ocio en el verano. Y compatibilizar el desarrollo urbano, tan necesario como imparable, con la imprescindible conservación del medio, lo cual tampoco es fácil. Sin duda, un tema complejo muy bien abordado en el artículo. Enhorabuena a los dos.

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    1. Muchas gracias Paco por tus amables palabras. Creo que lo más importante en este asunto de la sostenibilidad es la concienciación ciudadana. Quiero pensar que los políticos ya deben de estar concienciados y los científicos ya están trabajando en el tema para ofrecer información fiable que permita, a los gestores de la cosa pública, adoptar decisiones que faciliten el camino para que el océano y sus recursos sean verdaderamente sostenibles.

      Nosotros, como científicos, invocamos una mayor atención a las necesidades de la ciencia y de la investigación dirigida a este grave problema. Pero está claro que no tenemos la solución, ni tan siquiera tenemos toda la información, pero lo que si tenemos es la mejor información disponible. Con ella, y con las incertidumbres que genera, se pueden discutir muchas medidas que beneficiarían al océano y a loos propios seres humanos. Esta es la realidad. La ciencia aporta conocimiento pero las decisiones las aportan otros. Un ejemplo muy cercano lo encontramos en la GESTIÓN DE PLAYAS. Ahí comienza la implicación ciudadana en la sostenibilidad de las aguas en las que se está bañando y en el litoral en el que planta la sonbrilla. Sí, educación ambiental y normas de uso del espacio utilizado. No es menor las responsabilidad de las administraciones que tienen que cuidar el espacio físico. Ahí cada cual tiene su responsabilidad.

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  2. Magníficas reflexiones!
    «Sostenella y no enmendalla», este es el camino. Los cambios que ha habido en la opinión ciudadana sobre este asunto en los últimos 30 años avalan que ese es el camino cierto. Si la opinión pública es firme, los políticos se pliegan, aunque solo sea por la necesidad del voto. Los científicos no tienen más misión que seguir aportando datos y divulgándolos para general conocimiento.
    Enhorabuena!

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    1. Muchas gracias por tus palabras tan diáfanas y tan cargadas de razón. En muchas ocasiones, como comentaba en la respuesta anterior, la ciudadanía cree que los científicos tenemos la solución para todo, pues por ello estamos estudiando con tanto ahínco los problemas a los que se enfrenta la sociedad y el individuo en particular. Pero las soluciones, que están en manos de otros, han de encontrarse utilizando la mejor información científica disponible y en esa misión debemos de estar siempre los científicos. La gestión es continua y no solamente cuando se agravan algunos problemas o surge un episodio catastrófico para el cual se moviliza a la comunidad científica.

      Por ello, no debemos esperar a que el deterioro ambiental se incremente y, súbitamente, ante una catástrofe se reclame la presencia de científicos para que aporten las soluciones. Confiemos que los científicos puedan disponer de los medos apropiados para poder aportar esa información estratégica y fiable -la mejor que puedan ofrecer- para que los gestores encuentren las medidas ad hoc que garanticen la conservación de un Planeta que todos necesitamos para vivir.

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  3. Magnífico artículo, compañeros!!!
    Con la brevedad que exige este medio de comunicación científica, habéis logrado relacionar con un acertado diagnóstico a todos los actores, problemas, intereses y objetivos, llegando incluso a aportar algunas soluciones, que inciden en nuestros océanos.
    La concienciacion de la Sociedad a través del conocimiento, sigue siendo la mejor herramienta para alcanzar soluciones sostenibles, ante la problemática océanica.
    Un pequeño «pero» y dicho desde la perspectiva que me da haber sido durante muchos años responsable de un espacio protegido marino, también como ZEPIM, es el referido a vuestra conclusión, ya que entiendo que con artículos como el vuestro y pequeñas acciones que se están realizando por gestores, alejados de las bambalinas políticas, la afirmación «harto difícil» se transforme en «entre todos lo vamos a conseguir»
    Victor, Juancho, mi más sincera enhorabuena.

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    1. Muchas gracias, Ricardo. Desde luego no perdemos nuestra confianza en la sociedad y en el individuo. Hacemos nuestra esa invocación tuya «entre todos lo vamos a conseguir», lo cual no le resta dificultad que es lo que tenemos que salvar los optimistas y que tienen que resolver los gestores públicos. Vosotros, los forestales, habéis dado buenas muestras de magnífica gestión de espacios públicos basada en la mejor información científica disponible. Sin duda, sois ejemplo permanente en multitud de casos.

      Como dices, los espacios marinos protegidos (desvinculados de la costa), los litorales o marino/terrestres, y los propios continentales son todos buenos ejemplos de gestión de excelencia. Ejemplos de CORDURA administrativa. Pero la gestión de la naturaleza, del océano de sus recursos, no es solo eso. Si contemplamos los espacios protegidos vemos que son una gota en la inmensidad del Planeta. Nuestra perspectiva es el Planeta en el que vivimos y a ese horizonte hemos de mirar sin infravalorar los esfuerzos que hacemos en la proximidad. Por ello, la participación en foros internacionales en los que se discuten las medidas que se deben de adoptar en todos los estados, y en todos los espacios fuera de la jurisdicción de los estados, es cosa fundamental que a todos nos debe de concernir. Hemos de poder aportar información científica, sí, pero también ser muy escrupulosos en cumplir y hacer cumplir las obligaciones que se contraen en aquellos foros.

      Esto es un deber que nos afecta a todos y que debemos de exigir a nuestros representantes públicos. Ahí hay que trabajar más. Como decimos en nuestra columna, el océano lo agradecerá y todos los seres vivos que lo habitan también, aunque no escuchemos esos sonidos del silencio oscuro y profundo que surge de las simas submarinas más hondas e inaccesibles.

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    1. Muchas gracias Manuela por tus palabras y tu implicación en los objetivos que trazamos en el artículo. Ese uso del tiempo del verbo manifiesta una voluntaria implicación en las tareas que comporta mantener un océano saludable.

      Efectivamente, los que VIVIMOS en un entorno marino debemos de actuar en consecuencia, si lo que queremos en conservar y proteger en el mejor estado lo que tenemos a nuestro alrededor. Tú, que eres profesora, sabes bien lo que esto significa: educación ambiental en la escuela. Esa educación que persigue que el alumnado tenga una actitud de mayor responsablidad cuando utiliza el espacio público, ya sea marino o continental. En esto también tienes larga experiencia y muchos son los que han aprendido a respetar el medio ambiente gracias a tus lecciones y tu participación en proyectos escolares de carácter ambiental. Muchas veces recordamos algunos que pasaron por tu aula y hoy son profesionales del medio ambiente en sus más diversas disciplinas. Buen trabajo. Eso es lo que sería deseable que sucediera en todos las escuelas. Tenemos algunos buenos ejemplos en Málaga en los que el profesorado está muy involucrado. Grandes ejemplos.

      En fin, gracias por tus palabras y seamos optimistas ante el futuro. Pensemos que todos nos implicaremos en la protección y conservación del medio ambiente, buscando la sostenibilidad del medio que nos rodea.

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  4. “la protección del océano comienza en tierra firme”. En conflicto con esta premisa, algún Estado peninsular -en contra de los Instrumentos internacionales que ha rubricado y de la legislación propia- lleva decenas de años sin saber aplicar las generosas subvenciones de la Unión Europea para controlar los vertidos, incluso -como en los casos del ineficiente en el aular escolar- siendo objeto de sanciones.
    Patología institucional en los colores del referido Estado peninsular.

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    1. Gracias Ángel por tus palabras y por invocar un asunto que no es de menor importancia. Ya he mencionado en otras respuestas el hecho fundamental de la obligatoriedad, por lo menos moral, de cumplir los compromisos que se firman en los foros internacionales, cumpliendo los plazos que los gestores y representantes públicos han aceptado y firmado.

      Pero me gustaría hacer referencia a aquellos estados que estando alejados de la mar y el océano, participan de sus beneficios (gestionados por la ONU y sus instituciones autónomas) al tiempo que ignoran los graves problemas que causa la mala gestión de sus residuos. Gestión en la que, en algunos casos, tienen corresponsablidad otros estados con capacidad superior de gestión. Pensemos en países en vías de desarrollo, o no. Pensemos en cualquier país. El problema es grave, pero, ciertamente, es más grave cuando el que tiene la obligación de velar por el medio ambiente y tiene capacidad para hacerlo, escurre el bulto por conveniencias espurias o visiones miópicas de los problemas.

      Seguiremos divulgando lo que sabemos y lo que otros investigadores van avanzando en el progreso de la ciencia. Expliquemos las cosas de forma llana y accesible a cualquier lector que, siendo individuo y sociedad a la vez, es el principal implicado en exigir responsablidades y actuar con responsabilidad.

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  5. Buenas noches.
    Me he pasado el fin de semana ausente de este blog y al acabar el domingo me quiero sumar a los agradecimientos.
    En realidad a pesar de las respuestas de VDDRE a los comentarios y de que yo también tengo algo de fe en la humanidad, la verdad es que no creo que la educación y formación deficiente o inexistente de los ciudadanos y los comportamientos insensatos con la Naturaleza, incluidos los océanos, se reviertan en un plazo corto que permita la recuperación de los ecosistemas y la biodiversidad marina y costera. Ni que cambiemos lo suficiente nuestros comportamientos y ansia por la riqueza como para frenar el incremento de la temperatura del agua del mar o los cambios en corrientes, desaparición de arrecifes y disolución de conchas de moluscos por la acidez incrementada de las aguas,….
    Pero seguiremos intentándolo entre todos los dispuestos a intentar un cambio adecuado.

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